
La primavera está transcurriendo como lo que es, una estación de transición entre el frío y el calor, con abundantes lluvias, temperaturas intermedias y días soleados. Después de unos días desapacibles muy nubosos y cargados de lluvias, hoy salió el sol y me decidí a dar un paseo por los alrededores de la ciudad. Los campos están exuberantes de vegetación y los cultivos de cereales llegando a su máximo esplendor. Ya se empiezan a notar algunos tonos amarillentos entre las espigas y con ellas una silueta destaca de entre todas. Una amapola asoma solitaria y se deja mecer a ritmo de la brisa matinal que se desliza por la superficie, como si ésta acariciase el manto verde del prado con delicadeza. Digno de ver!
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